Es
muy muy curioso ver relaciones, necesitar ver símbolos y surcar
iconografías modernas. La de los Ovnis y los aliens es particularmente
nuestra y de nuestra ultima sociedad. Siempre he sido un flipado del
Universo, un acolito de los hombrecillos raros que venían de otro
planeta y sus naves maravillosas y/o brillantes.
Hace
unos años lo entendí todo. Al igual que Stan Lee planteaba en las
viñetas de los superheroes de Marvel una analogía con la guerra fría,
con la paranoia social, con las necesidades sociales de figuras
estandartes y, sobre todo, del pueblo que acaba denostando y culpando al
heroe de sus males. Lo mismo pasa con los Aliens. La guerra fría es el
catalizador de todo.
No ya, venga, va, Me apasionan los aliens por
esa cosa perturbadora que poseen, son outsiders, son gente marciana que
viene de otro sitio, forasteros, apestados, los que están tras la
valla, tienen un poder indescriptible y son tan parecidos a lo que
muchos hemos sido... esto es, Satelites. Por eso es ciertamente
perturbador que todos nosotros, los raros en algún momento de nuestra
vida nos hayamos sentido hombrecillos grises. Si. lo hemos sido, sin
duda alguna, seres de otro planeta, gente difícil, gente que hablaba
poco, gente necesitada de circunstancias locas y sugerentes, distintas a
lo que les planteaba el día a día, o su circulo habitual.
Por
eso AMO a los aliens, porque despiertan en nosotros esa inmensa
sensacion de querer aprender, de descubrir al otro, de la curiosidad,
aunque luego nos fusilen con su pistola laser, de fascinarnos ante una
abducción inminente. Es la fascinación inocente al ver una luz
moviéndose y jugueteando, la inquietud de ver una nave por encima de
nosotros y la urgente emoción de seguir mirando, al raro, al deforme, al
de ojos avellanados, al de color purpura de piel, al de dedos largos,
al que siempre creímos que llevaba una antena imposible, el mirar mas
allá, hacia el limite de lo desconocido.
De ahí que
siempre me hayan gustado y atraído las personas marcianas, con ojos
enrevesados y facciones difíciles, con sentimientos encontrados y con
ánimos enérgicos. Todos esos y esas que a priori no entran, si no a la
segunda o la tercera. Todos los, honestamente, rarunos y singulares.
Singularidad y magnetismo es lo mismo. Son imanes de irremediable obsesión hipnótica.
Seguiré
siguiéndoles, seguiré intentando encontrar respuestas, seguiré siendo
un satélite y aunque hable mucho, me seguiré sintiéndo incomodo cuando
hay mucha gente delante, sea grupo o audiencia, y hay que reaccionar o
hablar.
La
ciencia ficción y el fantástico nos gusta porque extrapola lo mas
profundo de nuestra cotidianeidad y miedos presentes ordinarios de una
manera muy bestia.
Alguien
dijo alguna vez que ojala fuéramos siempre jóvenes. Yo digo que ojala
todos fuéramos raros y misteriosos como ellos. Nos iría mejor.